miércoles, 7 de mayo de 2014

El Poder sanador de los Mandalas



El arte como herramienta de sanación (el mandala como rueda medicinal) 
La teoría de que el arte tiene propiedades curativas ha sido postulada por distintas disciplinas tanto de la medicina tradicional como de filosofía y psicoanálisis. Diferentes campañas para reducir riesgos en la salud han encontrado que decirle a la gente que baile, por ejemplo, es más efectivo que decirle que haga ejercicio. En los hospitales se estudian los efectos de distintas formas del arte para decorar los cuartos de pacientes con imágenes sanadoras, que por lo general acaban siendo sobre la naturaleza. Por otro lado, en la filosofía encontramos premisas que aluden al “consuelo de arte”, que a diferencia del entretenimiento, tiene propiedades reconfortantes para el observador. Pero una de las más interesantes, y quizá el eje alrededor del cual giran estas teorías, es el postulado de Jung sobre las funciones medicinales de los mandalas.


Jung sentía que la atención a los símbolos del inconsciente daban en respuesta velocidad al crecimiento personal de cada uno; una suerte de revolución a partir de la creación de figuras esféricas. El mandala, que en sánscrito significa “centro”, es uno de los arquetipos más representados en la historia de la humanidad (recordemos el calendario azteca en México o el Ying-Yang en China) y refleja, en palabras del psicoanalista, la totalización del ser; conjetura que hace completo sentido si vemos nuestro ser, o nuestra personalidad, como una figura geométrica con centro y circunferencia.
En el mandala todo está relacionado al centro –al mandala- que es una especie de fuente de donde brotamos. Ya que todos queremos cumplir nuestra misión en la vida, o, en otras palabras, ser todo lo que podemos ser en esta vida, ver el centro de nuestra personalidad puede ser un proceso de sanación muy poderoso. Jung proponía no solo ver mandalas y seguir cuidadosamente las líneas con nuestra mirada (como quien está perdido en un laberinto buscando el centro), sino crear mandalas para conocer más sobre nosotros mismos, y acelerar el proceso de sanación de cualquier enfermedad o angustia. Jung, al comenzar a dibujar círculos, notó que existía una correspondencia entre estos y su situación interior, sus sentimientos, impresiones y pensamientos. Se dio cuenta que los mandalas son terapéuticos, primero al hacerlos y luego al verlos.


Algunas veces con sólo pensar en un mandala sentimos un poco de tranquilidad, de consuelo. Como si hubiera una atracción innata a los símbolos del inconsciente. En la rueda de la medicina nos curamos desde un lugar verdadero. El arte es una herramienta de la imaginación que sana nuestro cuerpo (quizá por que impulsa el florecimiento del alma).







Un mandala, rueda o círculo en sánscrito, es una imagen con un centro y con una simetría organizada habitualmente en 4 ejes, los 4 puntos cardinales, aunque pueden ser 2, 3,...


Existen casi desde el comienzo de la humanidad y en todos los continentes y culturas.


Su función puede ir desde lo puramente decorativo a su uso en la meditación, la oración, o como medio de sanación y/o desarrollo mental o espiritual.

Su realización puede ir desde los más rudimentario signos esquemáticos dibujados de forma individual a la participación de varias personas durante varios días en elaborados dibujos, y desde sencillas líneas grabadas en la piedra al uso de pigmentos de todo tipo y origen, arenas de colores, tintas, hilos,... sobre papel, seda, cortezas de árboles, paredes, suelos, rocas, alfombras,...

Los motivos son todos aquellos que han atraído nuestra atención desde el principio de los tiempos: vegetales, animales, geométricos, dioses y diosas, abstractos, ornamentales, espirituales, cotidianos,...

Consejos para dibujar los tuyos o pintarlos
Estos consejos proceden de: rutasdelalma.com
Si nosotros queremos construir un mandala, debemos tener en cuenta su esquema básico: Un círculo y cuatro puntos cardinales.

Obviamente esta no es una regla estricta que no se pueda romper, también puede ser que en lugar de que su base sea un círculo puede ser un triángulo, un cuadrado, o un octágono.
A partir de ahí podemos diseñar nuestro mandala y esto ¡es cuestión de creatividad! puedes decorarlo con imágenes místicas como el símbolo del ying-yang, una cruz, la estrella de David, lunas, estrellas, el sol, flores, aves, paisajes, nubes, figuras geométricas... en fin, busca los diseños que te proyecten paz y tranquilidad.



Cómo pintarlos

Busca un lugar tranquilo, y observa detenidamente tu mandala, concéntrate en el, si después de observarlo por un largo rato notas que se mueve ¡es la energía que está en movimiento!.

Es conveniente empezar a pintarlo de afuera hacia adentro, esto nos representa el autoconocimiento de lo externo hacia nuestro centro, hacia nuestro interior.

Decide la dirección en que vas a pintarlo y trata de mantenerla.

Al elegir los colores puedes hacerlo de manera intuitiva ¡no importa que no combinen los colores entre si! de esta manera podrá descifrar tu estado de ánimo. También podrás hacerlo eligiendo los colores y trata de cambiar tu estado de ánimo de ésta manera.

Tal vez te de sueño en el proceso, si estabas tenso, el mandala está cumpliendo con la relajación, es normal, en este caso es preferible dejarlo ¡y disponte a dormir!.

Si no terminaste el mandala en ese momento, déjalo así, la próxima vez que quieras pintar uno, elige uno nuevo, con colores que vayan más acorde con tu estado de ánimo en ese momento.
Si quieres que el mandala te guíe para el auto-conocimiento, no pienses en formas ni colores, deja que solo te vaya guiando, haciendo lo que en ese momento de manera intuitiva te nazca. 



Los mandalas no son simples dibujos de colores. Todos los elementos que en ellos se integran tienen un significado. Conoce algunos de los más utilizados:
Círculo: movimiento. Lo absoluto. El verdadero yo.  Corazón: sol. Amor. Felicidad. Alegría. Sentimiento de unión.
Cruz: unión del cielo y la tierra. Vida y muerte. Lo consciente y lo inconsciente.
Cuadrado: procesos de la naturaleza. Estabilidad. Equilibrio.
Estrella: símbolo de lo espiritual. Libertad. Elevación.
Espiral: vitalidad. Energías curativas. Búsqueda constante de la totalidad.
Hexágono: unión de los contrarios.
Laberinto: implica la búsqueda del propio centro.
Mariposa: autorenovación del alma. Transformación y muerte.
Pentágono: silueta del cuerpo humano. Tierra, agua, fuego.
Rectángulo: estabilidad. Rendimiento del intelecto. La vida terrenal.
Triángulo: agua, inconsciente (hacia abajo); vitalidad, transformación (hacia arriba); agresión hacia uno mismo (hacia el centro)


¿Qué quieren decir los colores?

El uso de los colores en los mandalas también tiene un significado especial. Su uso está relacionado con el estado de ánimo de quien los pinta o dibuja. Descubre lo que esconde cada tonalidad:

Blanco: nada, pureza, iluminación, perfección.
Negro: muerte, limitación personal, misterio, renacimiento, ignorancia.
Gris: neutralidad, sabiduría, renovación.
Rojo: masculino, sensualidad, amor, arraigamiento, pasión.
Azul: tranquilidad, paz, felicidad, satisfacción, alegría.
Amarillo: sol, luz, jovialidad, simpatía, receptividad.
Naranja: energía, dinamismo, ambición, ternura, valor.
Rosa: aspectos femeninos e infantiles, dulzura, altruismo.
Morado: amor al prójimo, idealismo y sabiduría.
Verde: naturaleza, equilibrio, crecimiento, esperanza.
Violeta: música, magia, espiritualidad, transformación, inspiración.
Oro: sabiduría, claridad, lucidez, vitalidad.
Plata: capacidades extrasensoriales, emociones fluctuantes, bienestar.
 
Fuente: http://sanacionpranica.es.tl/Mandalas-para-pintar.htm



  Véase también, este articulo sobre Mandalas: http://www.121sb.com/mandala-la-simetria-cura/















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