sábado, 31 de mayo de 2014

Sobre el Ego





Para el ego, tener es lo mismo que Ser: tengo, luego existo. Y mientras más tengo, más soy. El ego vive a través de la comparación. La forma como otros nos ven termina siendo la forma como nos vemos a nosotros mismos.

Si todo el mundo habitara en mansiones o todos fuéramos ricos, nuestra mansión o nuestra riqueza ya no nos serviría para engrandecer nuestro sentido del ser. Podríamos irnos a vivir a una choza modesta, regalar la riqueza y recuperar la identidad viéndonos y siendo vistos como personas más espirituales que los demás.

La forma como otros nos ven se convierte en el espejo que nos dice cómo y quiénes somos. El sentido de valía del ego está ligado en la mayoría de los casos con la forma como los otros nos valoran.

Necesitamos de los demás para conseguir la sensación de ser, y si vivimos en una cultura en donde el valor de la persona es igual en gran medida a lo que se tiene, y si no podemos reconocer la falacia de ese engaño colectivo, terminamos condenados a perseguir las cosas durante el resto de nuestra existencia con la vana esperanza de encontrar nuestro valor y la realización del ser. 


¿Cómo desprendernos del apego a las cosas? Ni siquiera hay que intentarlo. Es imposible. El apego a las cosas se desvanece por sí solo cuando renunciamos a identificarnos con ellas. Entretanto, lo importante es tomar conciencia del apego a las cosas.
 

Algunas veces quizás no sepamos que estamos apegados a algo, es decir identificados con algo, sino hasta que lo perdemos o sentimos la amenaza de la pérdida. Si entonces nos desesperamos y sentimos ansiedad, es porque hay apego. Si reconocemos estar identificados con algo, la identificación deja inmediatamente de ser total. "Soy la conciencia que está consciente de que hay apego". Ahí comienza la transformación de la conciencia.

QUERER MÁS: LA NECESIDAD DE POSEER MÁS

El ego se identifica con lo que se tiene, pero la satisfacción que se obtiene es relativamente efímera y de corta duración. Oculto dentro de él permanece un sentimiento profundo de insatisfacción, de "no tener suficiente", de estar incompleto. "Todavía no tengo suficiente", dice el ego queriendo decir realmente, "Todavía no soy suficiente".

Como hemos visto, tener (el concepto de la propiedad) es una ficción creada por el ego para dotarse a sí mismo de solidez y permanencia y poder sobresalir y ser especial. Sin embargo, puesto que es imposible encontrarnos a nosotros mismos a través de la tenencia, hay otro ímpetu más fuerte y profundo relacionado con la estructura del ego: la necesidad de poseer más, a la cual denominamos "deseo". No hay ego que pueda durar mucho tiempo sin la necesidad de poseer más. Por consiguiente, el deseo mantiene al ego vivo durante más tiempo que la propiedad.
El ego desea desear más que lo que desea tener. Así, la satisfacción somera de poseer siempre se reemplaza por más deseo. Se trata de la necesidad psicológica de tener más, es decir, más cosas con las cuales identificarse. Es una necesidad adictiva y no es auténtica.

En algunos casos, la necesidad psicológica de tener más o la sensación de la carencia tan características del ego se transfieren al nivel físico, de tal manera que se convierte en un apetito insaciable. Las personas afectadas por la bulimia se obligan a vomitar para continuar comiendo. El hambre está en su mente, no en el cuerpo. Este trastorno de la alimentación se curaría si la víctima, en lugar de identificarse con la mente, pudiera entrar en contacto con su cuerpo y sentir las verdaderas necesidades del mismo en lugar de las falsas necesidades de la mente egotista.

Algunos egos saben lo que desean y persiguen su propósito con determinación siniestra y despiadada: Gengis Khan, Stalin, Hitler serían algunos ejemplos más que ilustrativos. Sin embargo, la energía que alimenta su deseo crea una energía opuesta de igual intensidad, la cual provoca finalmente su caída.
Entretanto, siembran la infelicidad para ellos mismos y los demás o, en el caso de los ejemplos anteriores, crean el infierno en la tierra. La mayoría de los egos sienten deseos contradictorios. Desean cosas diferentes a cada momento o quizás no sepan lo que desean, salvo que no desean lo que es: el momento presente.

Como resultado de ese deseo insatisfecho vienen el desasosiego, la inquietud, el aburrimiento, la ansiedad y la insatisfacción. El deseo es estructural, de manera que no hay contenido que pueda proporcionar una sensación duradera de logro mientras esa estructura mental continúe existiendo. En el ego de los adolescentes, (muchos viven en un estado permanente de negatividad e insatisfacción), se encuentra con frecuencia ese deseo de algo inespecífico.

Las necesidades físicas de alimento, agua, cobijo, vestido y las comodidades básicas podrían satisfacerse fácilmente para todos los seres humanos del planeta si no fuera por el desequilibrio generado por la necesidad rapaz y demente de tener más recursos, por la codicia del ego.


Eckhart Tolle (Una NuevaTierra)











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