LA CIENCIA ES
SER EXACTO, ser absolutamente exacto sobre los hechos. Si eres muy
exacto sobre los
hechos no podrás sentir el misterio, cuanto más exacto eres, más
se evapora el misterio. El misterio
necesita una cierta vaguedad; el misterio necesita algo no
determinado, sin demarcar. La ciencia es
objetiva; el misterio no es objetivo, es existencial.
Un hecho sólo
es una parte de la existencia, una pequeña parte; la ciencia trata
de las partes porque es más
sencillo tratar de las partes. Son más pequeñas, puedes
analizarlas; no te superan porque puedes tenerlas
en las manos. Puedes diseccionarlas, puedes etiquetarlas, puedes
estar absolutamente
seguro de sus características, cantidades, posibilidades, pero en
ese mismo proceso estás matando
el misterio. La ciencia es el asesinato del misterio.
Si quieres
experimentar lo misterioso tendrás que entrar por otra puerta, desde
otra dimensión completamente
distinta. La dimensión de la mente es la dimensión de la ciencia, y
la dimensión de la meditación
es la dimensión de lo milagroso, lo misterioso. La meditación
hace que todo sea indefinido. La meditación te lleva a lo
desconocido, lo inexplorado. La
meditación te lleva, poco a poco, a un tipo de disolución donde el
observador y lo observado se
vuelven uno. Pero eso no es posible para la ciencia. El observador
debe ser el
observador, y
lo observado debe ser lo observado, y tiene que haber una distinción
clara en cada momento. No
debes olvidarte de ti mismo ni un instante; no debes interesarte,
disolverte, sumergirte, ser
pasional o amoroso con el objeto de tu investigación. Tienes que
permanecer imparcial,
tienes que ser correcto y, sin embargo, perderte la alegría de
hacerlo. Disuélvete en la danza,
conviértete en la danza, olvídate del bailarín.
Cuando empieza
a haber una unidad tan profunda en muchos aspectos de tu vida, cuando
los que están a tu
alrededor empiezan a tener grandiosas experiencias de desaparición,
de ausencia de ego, de
inexistencia... cuando la flor está ahí pero tú no estás, cuando
el arco iris está ahí pero tú no estás...
cuando las nubes están vagando por el cielo en el interior y el
exterior, y tú no estás... cuando hay un
silencio absoluto en lo que a ti respecta; cuando dentro de ti no hay
nadie, sólo puro silencio,
silencio inmaculado, imperturbable, sin alterarse por el
razonamiento, el pensamiento, la emoción, el
sentimiento..., este es el momento de meditación. La mente ha
desaparecido, y cuando desaparece la mente aparece el misterio.
Osho Coraje
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